lunes, 21 de marzo de 2011

Bienvenidos a La Obra - Comienzo Ciclo Lectivo 2011


En una librería del barrio, una madre elige con sus hijos cartucheras nuevas.
A dos cuadras de ahí, un padre mira fijo a su hijo de séptimo pidiéndole que este año cuide sus zapatillas que cuestan bastante caras.
A la vuelta, un nene de primer grado se desespera porque ya quiere empezar a echar a andar sus marcadores, que tienen colores más radiantes que el sol.
Justo enfrente, una nena de preescolar piensa que se va a reencontrar con su compañerito preferido, mientras imagina que a lo mejor este año tiene suerte y se sienta desde el primer día a su lado.
A su primo, que está por empezar el Jardín, no hay manera de convencerlo para que deje en su casa sus veinte juguetes preferidos.
Mientras todo esto sucede, el eco de una canción de Hugo Midón, juglar y amigo de los niños, invade las aulas de la escuela como una sentencia:
La escuela puede ser un lugar
donde todo lo puedo encontrar
si me dejan...buscar
Los albañiles, mientras retocan los últimos detalles de las paredes de todas las escuelas de todos los barrios de todos lo pueblos, recuerdan en los tiempos dorados de su infancia, en nombre de su maestra preferida.
No hay adulto en el mundo que habiendo ido a la escuela, no se acuerde del nombre de algún maestro o maestra que tuvo.
Los porteros, verán salir a los chicos y chicas de sus casas, rodando mochilas y arrastrando bostezos.
Dejarán de baldear veredas, bajando las mangueras para no mojarlos, porque saben muy bien que debe haber muy pocas cosas que sean más importantes que un niño yendo para la escuela.
El aire, que suele llevar de su mano tan bien al sonido, vuelve a levantar su voz musical:
No, no puede ser
sólo un lugar para aprender a resolver
cuatro más cuatro y tres por tres.
No, no puede ser
una pared y nadas más.
Les esucela puede ser un buen lugar
para soñar.
Las maestras tienen esperanza, siempre la tienen.
confían que algo nuevo va a pasar.
Están nerviosas.
Mientras, la canción lejana se despide bajito.
La escuela puede ser una puerta abierta
de par en par.
Una fuente para calmar la sed,
un espacio libre...
para imaginar el porvenir.
No existe ninguna maestra que no esté nerviosa el primer día.
Todos estamos nerviosos.
Porque sabemos que ese día, cuando se abran las puertas por primera vez, en los ojos de los chicos se verán juntas millones de estrellas, que habrá que seguir encendiendo con un fuego permanente.
Pasen, pasen,
que ya comienzan las clases...
¡Bienvenidos a La Obra!